sábado, 4 de diciembre de 2010

Los hit del bus.

No sé a quién se le ocurrió la idea de poner televisores en los buses. Quizás a alguien se le ocurrió que le daría cierta clase y asemejaría el viaje terrestre a la experiencia de andar en avión. Lo concreto es que la mayoría del tiempo, ver películas en el bus es lo peor que le puede pasar a uno.

Rara vez he visto una película que me guste. El criterio de selección es bastante antojadizo, supongo que depende del auxiliar del bus. Mi amigo Pondie tiene la teoría de que ellos son los que están a la vanguardia del pirateo de películas, y le creo, porque fue, por ejemplo, en un Palmira donde vi 'From Paris with love' por lo menos dos meses antes de que la estrenaran en los cines.

Aún y con todas las aprensiones que tengo sobre el cine en los buses, no hay forma de que no les ponga atención. Puedo morir de sueño, tener que estudiar para alguna prueba importante, estar leyendo un libro que me tenga colgando y aún así voy a priorizar ver la tele de catorce pulgadas que cuelga del techo. Con los años desarrollé un olfato infalible: sé perfectamente dónde sentarme para ver y escuchar mejor, sin que me llegue el sol ni que hayan reflejos en la pantalla. También sé cuales auxiliares puedo persuadir de dejarme elegir la película, quiénes son los que ponen acción, los que ponen comedias familiares -los dos géneros más difundidos en las líneas de buses- y a los que les da lo mismo.

Como mi viaje dura una hora y 30, nunca alcanzo a ver las películas enteras. A veces sólo veo los finales (como me pasó con 'Inception', que después me dio lata verla), otras sólo veo los principios, y en el peor de los casos veo sólo trozos intermedios. Es ahí cuando menor atención pongo, y aprovecho de depilarme las cejas, pintarme los ojos o maquillarme, aunque de todos modos ver es mi prioridad.

Muy rara vez quedo enganchada y es ahí cuando llego a la casa a bajar la película y verla completa. La película de bus se tiene que quedar en él.

Mención aparte los auxiliares que se pasan de listos y pensando en gente como yo, pasan clips cortos. Hay de humoristas en el Festival de Viña, y ahí es común que se queden en los pasillos y se ríen junto a los pasajeros.

Hay otros que pasan algo tan raro que es un subgénero de la música pop, de los videos, y quizás de la vida. Se llama ClassicProject, son aproximadamente dos horas mushups non-stop agrupados por década que están hechos con tan poco sensatez que no es raro ver una sucesión de video-canción del tipo: Nirvana + Vanilla Ice + Four Non Blondes + Will Smith + Madonna + Green Day. Eso es para hacerse una idea. Siento que leerlo no es tan terrible como verlo. Quienes hemos tenido la oportunidad de verlo, sabemos que es una aberración cultural.

Por eso fue muy raro aquella vez que estaba en un bar de mala muerte con un amigo. Ya estaba un poco borracha y pusieron el Classic Project 3 (el de mediados de los '90). Entonces sentí que la silla del bar era un sillón maloliente y que la cerveza en las manos era absolutamente ilegal porque en los buses no se puede tomar.